RECURSOS NATURALES Y CRISIS ECONÓMICA: FONDOS ANTICÍCLICOS Y POLÍTICOS DE LARGO ALIENTO

 

Mucho se ha debatido en  círculos académicos sobre la conveniencia y el merito de la creación de fondos anticíclicos para contrarrestar los avatares de la economía. Los fondos anticíclicos revisten importancia desde la perspectiva teórica, como herramientas para amortiguar las consecuencias de las crisis económicas, permitiendo la inyección de fondos a la economía en una política de perfil keynesiano en tiempos de recesión, obtenidos a partir de la captación de los excedentes en tiempos de bonanza. Los fondos anticiclicos son además herramientas útiles para aquellos países con una fuerte producción de materias primas o recursos naturales donde los precios suelen estar sujetos a alta volatilidad en los mercados internacionales.

En tiempos de precios altos de commodities, como fueron los últimos años antes de la actual crisis económica-financiera, los ingresos para países exportadores de recursos naturales se vieron incrementados con estas rentas extraordinarias, producto de los precios altos por la fuerte demanda de materias primas. Chile, Argentina, Brasil, Venezuela y las naciones productores de petróleo del Golfo Pérsico entran en esta categoría.

Los casos de Chile y de los países del Golfo son emblemáticos por la constitución de estos fondos anticíclicos, administrados por los propios estados, invirtiendo la renta extraordinaria de sus recursos naturales, con el fin de contar con un colchón para financiar el gasto público en tiempos como los actuales, donde el espectro de la recesión  global, cobra visos de realidad. Chile adoptó esta medida, ante considerable resistencia en la opinión pública, capturando para uso futuro, los altos valores del cobre en mercado mundial de metales. Hoy Chile pareciera estar a punto de cosechar los frutos de estas políticas previsoras, dado que el fondo anticiclico permite financiar el incremento del gasto público para el plan de obra pública que encara el país trasandino.

Es un caso similar al de la constitución de “Fondos Soberanos” en los países petroleros de medio oriente, orientados a financiar la diversificación de sus economías en preparación para el “destete” futuro de la producción petrolera, amortiguando la transición  mas o menos mediato en el cual los hidrocarburos irán cediendo su importancia estratégica frente a nuevas energías. La renta de hoy se destina a financiar la diversificación para otro escenario en el futuro, sin rentas mineras extraordinarias.

Los ejemplos citados contrastan en cierta manera con el anhelo esbozado algunos años por Roberto Lavagna, en ese momento a cargo del ministerio de economia, de crear un fondo anticíclico para financiar políticas activas, aprovechando la coyuntura inmejorable que tuvo nuestro país a comienzos de la presente década para sus exportaciones agricolas. En las palabras de Andrés Velasco, Ministro de Hacienda de Chile, “Hay que ser Keynesiano en las malas y en las buenas”… Ejemplos vecinos para ponderar, al momento de pensar y planificar el desarrollo económico sustentable en el mediano y largo plazo, conjugando una utilización racional e inteligente de nuestros recursos naturales en beneficio de políticas activas más abarcativas.  Más que lamentar lo que no se hizo, quizás el ejemplo chileno nos sirva para pensar las estrategias nacionales de cara a una discusión amplia de las políticas agropecuarias y la inserción argentina en el mundo.

Juan Rodrigo Walsh
 
   
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