En marzo/08 fue presentado ante las autoridades ambientales de la Provincia de Corrientes un estudio referido a un gran proyecto agrícola en el Sudeste de la misma, sobre el Arroyo Ayuí. Tuve el honor de haber sido designado Coordinador de dichos estudios, a través de una Orden de Asistencia Técnica (OAT) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Yo hubiera esperado que a partir de la presentación de los documentos mencionados, se hubiera generado un fuerte y por lo tanto saludable debate, sobre las diferentes alternativas para enfrentar uno de los mayores dilemas del mundo actual: la solución de la compleja ecuación entre la producción de alimentos, la generación de empleo y el cuidado del medio ambiente. Este es un tema muy delicado, que convoca a grandes figuras con diferentes posiciones, lo que le da más vigor al debate, y mayor fortaleza a las conclusiones.
Lejos de este debate enriquecedor en el que uno siempre aprende cuando otros le hacen notar los errores u omisiones de las posiciones defendidas, desde hace dos meses vengo soportando una campaña basada en ataques personales de todo tipo, que llegaron al colmo de pedir la eliminación física. Tal vez en Suecia que alguien pida la “ejecución sumaria” pueda sonar como un olvidable exabrupto, pero la Argentina tiene otra historia. A pesar de la virulencia de los ataques personales, decidí no contestar, porque hacerlo era darle entidad a quienes no la tienen.
Oportunidades para el debate no faltaron, incluyendo varias visitas a los promotores de esta campaña, en las que no fue aportado un solo dato, sólo agravios.
El silencio fue erróneamente interpretado y decidieron subir la apuesta, llegando al nivel institucional, al involucrar a la Universidad Pública, utilizando maliciosamente opiniones de las autoridades de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y tratando de engañar a terceros con frases aisladas que nada tienen que ver con la carta que nuestras autoridades le dirigieron a los autores de esta campaña. En el anexo se presentan la carta del Sr. Decano Dr. Jorge Aliaga, y la libre interpretación hecha por los instigadores de esta campaña.
Lo mismo hicieron denunciando públicamente una supuesta falsedad ideológica en los estudios presentados (pero cuidándose de no presentar ninguna denuncia ante las autoridades provinciales). La maniobra en este caso consistió en negar la autoría de los capítulos de la Línea de Base, pero sin citar ni un solo nombre, porque saben que eso sería inmediatamente desmentido con pruebas irrefutables.
Asimismo denunciaron que el proyecto es ilegal, sin presentar ante las autoridades ni una sola prueba, a pesar de que el mismo fue presentado siguiendo todas las pautas legales vigentes, y de haber sido presentado para su evaluación ante las autoridades pertinentes, proceso que está en curso.
Se falsean torpemente datos para impactar a la opinión pública:
- se menciona que el proyecto contaminará al Iberá, a pesar de estar a más de 50 km aguas abajo de dicho sistema.
- las 137 ha de bosques en galería que serán afectadas son presentadas como 137 km de costas con bosques.
- se afirma que se va a contaminar el río Uruguay sin un único dato, y a pesar de que el arroyo Ayuí representa el 1 % del caudal de dicho río.
- cabe mencionar que el proyecto destina $ 900.000 a monitorear diversos parámetros de la calidad de las aguas y de los suelos.
- se omite mencionar que en la costa brasileña hay 1.200.000 ha de cultivos de arroz, contra las 18.000 ha que propone el proyecto.
- desprecian el hecho fundamental de que el proyecto generará 1.400 puestos de trabajo, cambiando el perfil productivo del sudeste correntino.
- pretenden ignorar que el proyecto conservará 13.700 ha de los principales ecosistemas, y que se invertirán más de $ 2.200.000 en diferentes acciones junto con entidades locales, que beneficiarán al medio abiótico, biótico y antrópico.
- todas estas medidas, hasta donde yo conozco, no tienen precedentes por su magnitud y su nivel de exigencia, en ningún proyecto agrícola en el país.
Una entidad que esté realmente comprometida con el medio ambiente y el desarrollo sustentable, debe contribuir con críticas serias para que los proyectos sean mejores. No es el caso.
Sé que mi respuesta no hará más que aumentar los ataques personales propios de este eco-patoterismo. Asumo el riesgo, pero tengo la firme convicción de que en este caso es preferible eso, porque callar es convalidar.
Sólo decidí romper el silencio por el agravio sufrido por la Universidad Pública. No responderé a los previsibles ataques y sólo responderé en lo sucesivo, ante requerimientos que surjan de los organismos ambientales de la Provincia de Corrientes y de la querida Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, que me honró abriéndome las puertas desde 1986, hace más de 22 años.
Ing. Agr. Jorge Adámoli
