La revista “The Economist” en su edición del 3 de enero, publicó una investigación especial sobre el estado de los mares y océanos del planeta (www.economist.com/specialreports). El trabajo es un llamado de atención para todos, ante la mezcla de indiferencia y desconocimiento que contribuye a la degradación paulatina que sufren todos los océanos y mares de nuestro planeta, en mayor o menor grado.

El impacto del cambio climático global sobre los océanos es, de acuerdo a este informe especial, una gran incertidumbre dado el desconocimiento que existe respecto de las consecuencias a largo plazo de la incorporación de CO2 a las aguas del mar. Los océanos actúan como un gran sumidero de GEI, sin embargo la incorporación de CO2 produce una mayor acidez del agua, con efectos impredecibles para la vida marina.

Esta merma en la productividad biológica de los mares se agrava con la alarmante disminución de las principales pesquerías del mundo. La sobrepesca es otro de los grandes problemas que afronta la humanidad, producto del carácter de recurso de acceso común que tienen los océanos, y que requerirá una fuerte dósis de voluntad política por parte de los decisores de las principales naciones con tradición pesquera.

A los problemas señalados, se le agrega el fenómeno de sumidero de residuos que sigue teniendo el mar. Sea proveniente de fuentes costeras o por contaminación de buques, el mar comienza a mostrar claramente los límites a su capacidad de asimilar desechos. Son ya muy conocidos los relatos de hallazgos de residuos plasticos en medio del Pacifico o en la Antártida, provenientes de los lugares más insólitos de la tierra.

El artículo en cuestión es un llamado a la reflexión para un país como el nuestro, con su amplio litoral marítimo y extensa plataforma continental. Los argentinos, al momento de plantear las prioridades de la política ambiental, deberíamos asignar una alta prioridad a la agenda del mar y la conservación de sus recursos naturales.

Juan Rodrigo Walsh