El diario La Nación, en su editorial del día 7 de abril pasado, planteó en términos más bien críticos, los argumentos esgrimidos por el Poder Ejecutivo a favor de la imposición de retenciones a las exportaciones agrícolas, como forma de combatir la “sojización” del campo y la consiguiente perdida de biodiversidad. La Nación señala con acierto que estas razones constituyen un muevo manoseo a la cuestión ambiental, denotando la ligereza con la cual se aborda la política ambiental en nuestro país. (Ver nota )
Hemos analizado la superficialidad con la cual a lo largo de muchos años se han planteado las cuestiones ambientales a partir de necesidades políticas coyunturales. En el caso de marras, encuadrar el conflicto del agro con la cuestión del avance de las fronteras agrícolas y el riesgo que esto representa para la biodiversidad, parece cuando menos un aprovechamiento oportunista de una cuestión que, de por sí, es central al desarrollo sustentable de nuestro país.
Es indudable que el avance de las fronteras agrícolas representa un riesgo ambiental para diferentes regiones del país con agro ecosistemas frágiles. No es sin embargo, como lo señala La Nación, consecuencia única de un cultivo como la soja, sino más bien de la ausencia de políticas serias y meditadas para el uso planificado y ordenado del recurso suelo. Demonizar a la soja es una simplificación inaceptable, cuando el crecimiento de la agricultura es el resultado de un complejo contexto global favorable para el conjunto de la producción, sea esta agrícola o ganadera. En momentos en los cuales la demanda mundial de carnes, cereales y biocombustibles entra en un ciclo ascendente, la respuesta política desde la óptica de la sustentabilidad debiera ser como posicionarse estratégicamente frente al desafío, en lugar de resistirse a la realidad.
La única manera sensata de encarar este desafío es con una política seria de ordenamiento del territorio, encaminado a diversificar y potenciar nuestra producción agrícola y ganadera, manteniendo y fortaleciendo el acervo de recursos naturales con el cual está dotado nuestro país. La política de estado de nuestro país debería concentrar sus esfuerzos en construir estos modelos de ordenamiento ambiental, más que en las divisiones y enconos vividos en los últimos tiempos por todos en la sociedad argentina.
