ENERGÍA NUCLEAR, UNA INCÓGNITA

La energía nuclear tuvo un fuerte desarrollo a nivel mundial desde la década del 50 hasta principios de los años 70, etapa en la cual se construyeron numerosos reactores nucleares alrededor del mundo. En el inicio de la década del 70 el nacimiento del movimiento ambientalista en los Estados Unidos comenzó a sembrar dudas respecto a la disposición final de los residuos radiactivos generados en los reactores, y las posibles consecuencias que originaría un accidente nuclear. Esto redujo el interés mundial por este tipo de energía, lo cual se agravó a partir del año 1986, con el famoso accidente en el reactor nuclear ubicado en Chernobyl, ex URSS. La excepción fue Francia que a partir de la crisis del petróleo en 1973 y ante la escasez de fuentes de energía en su territorio, decidió apostar por la energía nuclear, desarrollo que se mantiene hasta la fecha con 59 reactores nucleares operando activamente, satisfaciendo en gran parte la demanda energética del país galo.

En los últimos años, factores como el alza en los precios del petróleo y el gas, el incremento en el consumo de energía, y el creciente interés que generan las energías “limpias” ante el fenómeno del calentamiento global, despertaron nuevamente el interés por la energía nuclear. Sobre todo, teniendo en cuenta que dentro de las opciones de energías “limpias” que existen hoy en día, esta es la que mayor relación de costo beneficio arrojaría y así lo demuestran las cifras. Según los datos publicados en el diario El Inversor Energético, existen en la actualidad 180 reactores nucleares en construcción en el mundo, frente a los 441 que están en operación. Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) pronostica que para el año 2030 la cantidad de energía nuclear producida en todo el planeta crecerá un 70 %.

Pero no todo es favorable para el desarrollo de la energía nuclear. Los temores ante un eventual accidente nuclear persisten en muchos países, que todavía tienen presentes las imágenes de Chernobyl. Recientemente un accidente ocurrido en Japón, donde un terremoto de 6,8 grados provocó un incendio en la mayor planta nuclear del mundo, de donde se filtraron hacia el mar más de mil litros de agua contaminada con material radioactivo, reabrió la discusión acerca de la seguridad en las plantas nucleares. Sin perjuicio de ello, el índice de accidentes está muy por debajo si se los compara con décadas anteriores, y en general, las plantas nucleares existentes operan bajo estrictas medidas de seguridad.

Otro tema controvertido, es la gestión que debería darse a los residuos generados en las plantas nucleares. Algunos países consideran que el método más seguro de disponerlos es en tanques de almacenamientos especiales ubicados bajo tierra, sin embargo hasta la fecha no se ha construido ninguna obra de ese tipo, más allá del proyecto de los Estados Unidos de construir una instalación similar en Yucca Mountain, una zona desértica del estado de Nevada donde se llevaron a cabo los primeros ensayos nucleares en la década del cuarenta, aunque recién estaría terminada para el año 2017.

En lo que respecta a nuestro país, en el año 2002 se originó un conflicto judicial a raíz de un contrato suscripto por el INVAP con el gobierno de Australia, por el cual Argentina construiría un reactor nuclear en aquel país, pero con la obligación de hacerse cargo del tratamiento de los combustibles gastados generados en el reactor. El centro de la  discusión giro en torno a la calidad de esos combustibles, considerando que el ingreso de residuos radioactivos en nuestro país está prohibido por el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional. En este sentido falló la Cámara Federal de Bahía Blanca (“Schroder, Juan v. INVAP. S.E. y otro”, 19/10/2006) declarando inconstitucional la cláusula que refería al tema.

En cuanto al nivel de desarrollo de la obtención de energía eléctrica a partir de la energía nuclear en nuestro país, está muy por debajo del promedio mundial. Solo el 9% de la energía eléctrica que se genera proviene del aprovechamiento nuclear.

En la actualidad existen dos plantas nucleares en funcionamiento, Atucha I y Embalse, y una tercera Atucha II, en construcción desde hace varios años y con continuas interrupciones en su desarrollo.

Tomando en cuenta  la crisis energética que atraviesa nuestro país, una primera mirada arrojaría un panorama favorable para el desarrollo de nuevos emprendimientos de este tipo, sin embargo un análisis más detallado demuestra lo contrario. En efecto la sensibilidad que origina este tipo de emprendimientos, con “mala” imagen ambiental, hacen difícil pensar que se planeen inversiones en este rubro, por lo menos en el corto plazo. Aún más, si se observa las controversias que diversos proyectos han despertado  en distintas comunidades de nuestro país. Cabría aquí citar una serie de emprendimientos correspondientes a tres actividades distintas; el caso de la minería; el diferendo con el Uruguay por las papeleras, y por último la dificultad que se le presenta a las autoridades de la Provincia de Buenos Aires para la selección de nuevos sitios de emplazamiento para ser destinados a la construcción de rellenos sanitarios.

Sin embargo, el debate se encuentra planteado y es de esperar que las discusiones se profundizarán junto a la búsqueda de estrategias alternativas para resolver el dilema argentino referido a su futuro perfil energético.

Lisandro Dellazuana

 
   
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