EL AMBIENTE COMO POLÍTICA DE ESTADO: EL CASO DEL RIACHUELO

La agenda ambiental avanza en Argentina, más allá de los cronogramas electorales y las urgencias de la coyuntura. La causa “Mendoza”, referida al saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo, sigue su trámite ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en lo que se perfila como un verdadero punto de inflexión en la historia ambiental de nuestro país.

En efecto, la “Cuestión Riachuelo” tiene como protagonista innovador al Máximo Tribunal, haciéndose eco del generalizado e histórico reclamo de muchos habitantes quienes han coexistido con el problema de la contaminación, la ausencia de políticas en materia de ordenamiento territorial y las deficiencias y escasa inversión en infraestructura básica a lo largo de decenios.

Es claro que el accionar de la Corte representa un resorte de última instancia, reflejo de los fracasos reiterados de nuestras administraciones en esbozar y ejecutar soluciones con enfoque preventivo y anticipado. La intervención es bienvenida en este sentido, pero debe llamar a la reflexión respecto a las falencias históricas en cabeza de las administraciones de las tres jurisdicciones involucradas. Las soluciones integrales de la cuenca requieren una dosis importante de inversión pública, en cloacas, agua potable y saneamiento básico, esfuerzos serios en la implementación de políticas de ordenamiento del territorio y controles a conciencia de las actividades antrópicas negativas para el entorno. Por sobre todo, requerirá un trabajo a conciencia, con visión de largo plazo y desprovisto de los matices populistas que han caracterizado a muchas iniciativas del pasado, carentes de una clara conciencia de la envergadura del problema.

Es de esperar que la actividad y supervisión de la Corte Suprema de Justicia marque un rumbo de sensatez a quienes deben ejecutar e implementar las políticas y medidas de gestión para que el Riachuelo vuelva a ser un espacio donde la vida humana normal sea posible y no un ámbito signado por la marginalidad para sus habitantes.

Juan Rodrigo Walsh